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“A veces, en el fútbol, hay que marcar goles”. Thierry Henry
 

Diego BASADRE Y es que al fin y al cabo, al francés no le faltaba razón. El dato de 0 tiros a puerta hace que el empate en Málaga logrado por el Barça no pueda ser catalogado como otra cosa más que como justo.

Con todos los focos apuntando al brasileño Douglas, la primera jugada que dejó Iniesta fue un control orientado de los que hacen que ver fútbol merezca la pena. Pero inexplicablemente, el partido del manchego se acabó ahí. Mientras, el lateral que captaba toda la atención se dedicaba a no arriesgar en los pases y ser correcto, que era la misión a la que aspiraba, mientras el equipo necesitaba a gritos algo más de profundidad que ni él ni Alba (ni Adriano después) fueron capaces de aportar.
La pareja de centrales sufría mucho para tener una salida de balón limpia, pese a que  defensivamente no se veían exigidos en demasía, estando más que correctos cuando era necesario ir al corte. Escuché el otro día por la radio a Santi Giménez comentando que a Bartra nunca se le ha visto un partido en el que se pudiese decir “oiga, este chico no tiene nivel para el Barça” y tenía más razón que un santo. Siempre cumple; con sus errores, con sus aciertos.

Entre bostezo y bostezo, acababa una primera parte soporífera, en la que los catalanes dominaban el partido pero que no terminaban de transformar en ocasiones y, pese a la actitud tan agazapada de los andaluces, no existía el sometimiento que otrora se hubiese dado. El máximo interés había sido aprender a pronunciar Douglas.
El plan del Málaga salió bien, atascando el centro muy mucho para que el peligro llegara sólo por las bandas. Un Rakitic contenido no encontraba espacios e Iniesta recibía demasiado lejos. Tuvieron muchos problemas para girarse tras recibir los jugadores del Barça. Cada vez que lo intentaban, había una sombra malacitana persiguiendo y dejando recado, lo que incitó muchas protestas azulgranas.
Luis Enrique se cansó del tobillo de Neymar y de la inopia en la que vivía Pedro y dio entrada a los dos jóvenes, Sandro y Munir, que hasta ahora le habían servido para desatascar los partidos en los que surgían dudas. Pero esta vez la flauta no quiso sonar.

Bravo, mientras tanto, evitó la crucifixión de Douglas con una parada magnífica que evitó una herida aún mayor. De momento, en la portería, da igual quién juegue. La sensación de tranquilidad es muy similar actúe el chileno o ter Stegen.
Las líneas de pase estaban cerradas y nadie parecía tener las llaves. De ahí que los mayores sustos que provocó el Barcelona fuesen a balón parado. Entre dimes y diretes, se llegó al minuto 80 con el empate a 0 todavía vigente. Dio tiempo para ver como Wellington se preocupaba por la salud de Messi y le hacía una exploración gratuita de las amígdalas y a Kameni dando toques homenajeando a su mentor, el mismísimo Thomas N’Kono.

Poco más. Un punto justo que sabe a poco y el primer ‘pinchazo’ del equipo de Luis Enrique, que se queda sin batir el arranque del Tata Martino el año pasado.

Lugo, 1983. Lo mejor que puedo decir de mí es que me gusta escribir. Y lo hago cuando me dejan en @SpheraSports y @martiperarnau.

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