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Fútbol femenino

Caroline Møller, el patito feo

Era el fichaje ‘sospechoso’. El único que no cuadraba. Los nombres de Claudia Zornoza, Nahikari García, Esther González o Athenea del Castillo inspiraban confianza, porque ya eran figuras consolidadas en la Primera Iberdrola. Era una política que había salido de maravilla la temporada anterior: todas las incorporaciones fueron de jugadoras nacionales a excepción de Kenti Robles, mexicana pero viviendo en nuestro país desde los ocho años de edad. Todas internacionales o con un futuro prometedor tras brillar en las categorías inferiores de la Selección. Un año después, el club apostaba por lo mismo en su primera temporada en la UEFA Women’s Champions League. Y entre idas y venidas, un nombre que destacaba por su ‘intrusismo’: el de Caroline Møller Hansen.

Fue precisamente su nombre el principal motivo de la mofa. Caroline Hansen, sí, igual que la del FC Barcelona, probablemente la futbolista más diferencial del mundo (con permiso de Alexia Putellas) a pesar de haber quedado fuera de las grandes nominaciones en los premios UEFA y Balón de Oro. La comparación con Graham, evidentemente, era y es odiosa. En ningún modo podía favorecer a la danesa, que se convirtió en el primer rumor serio de fichaje en el Real Madrid, y sin embargo se confirmó como la octava y última llegada a mediados de agosto.

Por supuesto, al contrario que Nahikari, Esther y compañía, a Caroline se la estudiaría con lupa desde el principio. En los últimos años, que un equipo apueste por un grupo fuerte de jugadoras nacionales ha salido mucho mejor parado respecto a otro con mayoría de futbolistas extranjeras, sobre todo si no han participado nunca en España ni cuentan con un nivel contrastado a nivel internacional. Antes de que este Barça monopolizara las listas de la Selección y se convirtiese en un ejemplo para todo el país, su rumbo era bien distinto. En la campaña 17-18 hizo ocho contrataciones y solo una fue española (Mapi León). Su idea era lógica, fichar jugadoras con experiencia en la Champions para competir mejor ante los grandes de Europa. Pero pronto se vio que las Mariona, Patri o Aitana estaban más preparadas para el reto que las Line Røddik, Perle Morroni, Fabiana, Bussaglia, Andressa Alves, Van der Gragt o Toni Duggan.

Misma situación ha vivido el Atlético, que el año pasado solo contaba con tres jugadoras nacionales y futbolistas de hasta 14 nacionalidades distinta para firmar el peor curso en mucho tiempo. Este verano, el volantazo en la dirección deportiva habla por sí solo. El Real Madrid no quiso pasar por lo mismo, recordando con cierta angustia la primera temporada en la élite, todavía como CD Tacón. Entonces la mayoría de fichajes fueron extranjeros, y si bien Asllani y Jakobsson salieron bien (ambas brillaron con Suecia en el Mundial 2019) el resto han sido invitadas a salir en apenas dos años. Desde una Chioma Ubogagu que fue expulsada a dos jornadas del final por un acto de indisciplina (se fue a su país días antes de lo permitido y sin avisar para asistir a una boda) a Thaisa Moreno, que pasó de ser uno de los pesos pesados del equipo a perder su puesto en el centro del campo en detrimento de Maite Oroz, Teresa Abelleira y compañía.

Para la 21-22, el Madrid se quedó solo con las imprescindibles: Babett Peter, Kaci y Asllani (no pudo retener a Jakobsson, rumbo al Bayern). Y sus dos únicos fichajes foráneos fueron Méline Gerard y la mencionada Caroline Møller. La primera fue recibida con los brazos abiertos: guardameta con experiencia en grandes clubes de Francia (PSG y Lyon) y sin necesidad de adaptación a la Primera Iberdrola tras su paso por el Betis. Además, a priori llegaba como suplente de Misa, una alternativa de peso tras las salidas de Yohana Gómez y Sara Ezquerro.

Así que la danesa se quedó sola en el ojo del huracán. Llegaba del Inter de Milán, un club grande pero con mucho por recorrer en el fútbol femenino (fue octavo en la liga italiana la pasada campaña), donde apenas había marcado cinco goles en 20 partidos. Con la selección danesa, aunque es una fija en las convocatorias, su participación en el campo es residual. No juega un partido como titular con Dinamarca desde marzo de 2020, pocos días antes de que estallara la pandemia del covid-19. Solo 36 minutos en los últimos ocho partidos.

Así pues, Møller aterrizó en Madrid como el ‘patito feo’, una futbolista que nada más llegar tenía por delante a cualquier futbolista del ataque blanco y a la que se le auguraba una adaptación más bien difícil: nueva Liga, mucha competencia, última en llegar… Jugó los llamados ‘minutos de la basura’ en cinco de los ocho primeros partidos. Su primera titularidad fue ante el Atlético y fue sustituida al descanso. Ante el Athletic en Lezama también salió de inicio y volvió a pasar desapercibida. La situación del equipo tampoco ayudó: cuatro derrotas y un empate en las cinco primeras jornadas. Las lesiones de Esther y Asllani y la falta de gol de Nahikari colocaron a jugadoras menos habituales en escenarios donde era urgente sumar. Y Lorena Navarro, que apuntaba a última delantera, ganaba terreno con un gol vital ante el Kharkiv en Champions. Caroline seguía fuera de juego.

Pero en el fútbol todo puede cambiar de la noche a la mañana. Una futbolista de ataque es el triple de peligrosa con confianza que sin ella, y la buena de Møller la encontró en un centro de Kenti Robles desde la derecha y un gran cabezazo para colocar el 1-1 ante el Éibar el pasado fin de semana. Era el primer gol de una jugadora del Real Madrid en Primera Iberdrola esta temporada y lo había conseguido la más insospechada, aprovechando una de sus mejores características, su altura (casi no tuvo que saltar).Tres días después, la danesa se presentaba ante toda una Europa con un hat-trick ante el Breidablik, de nuevo aprovechando dos asistencias de Kenti y rematando a placer un rechace provocado por Lorena Navarro. Goles de ‘killer’, de oportunista, aquellos que hacía en el histórico Fortuna Hjørring hace unos años.

De ser una ‘intrusa’ a convertirse en la máxima goleadora del equipo. De ser un fichaje extraño a prometer muchas alegrías esta temporada. De considerarse ‘sospechosa’ a recibir todo el cariño de sus compañeras, que no dudaron en abrazar, felicitar y firmar su balón a la gran protagonista en una noche mágica de Champions. Caroline Møller Hansen ha dejado de ser el ‘patito feo’ y es un cisne que puede aportar muchísimo a este Real Madrid. Incluso si Nahikari recupera su mejor versión y Esther regresa con el olfato del año pasado, Møller se ha ganado un sitio.

Contenido patrocinado por Iberdrola

Imagen de cabecera: @realmadridfem

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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