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Fútbol femenino

Boquete, Paredes y una hazaña histórica en Francia

Hay un equipo de fútbol femenino que arrasa en Europa. Es invencible, o al menos lo parecía. La pasada temporada, el Olympique de Lyon ganó el triplete (Liga, Copa y Champions) y coló a cuatro de sus jugadoras (tres de su equipo actual y una que emigró a Suecia) en las nominaciones al Balón de Oro.

Este curso había ganado las nueve jornadas de Liga y no perdía un partido en ¡tres años! En la última eliminatoria de Champions (octavos) le endosó al Zúrich un global de 17-0 (0-9 y 8-0) y está llamado a volver a conquistar el cetro europeo, el que sería su cuarto título en los últimos siete años.

 

 

Si alguien podía soñar con derrotar a un equipo como este era el París Saint-Germain. Su trayectoria en el torneo doméstico era casi perfecta, con una media de casi tres goles por partido y sin encajar un solo gol en las nueve victorias cosechadas. Se iba a producir, sin duda, el mejor partido posible en Francia y probablemente en Europa y, sin embargo, la sensación era de que solo un milagro podría hacer que vencieran al todopoderoso Lyon, el mismo equipo que en semifinales de Champions de la temporada pasada les aplastó con un fulminante y asombroso 7-0.

Pero, en un partido más parejo de lo que se presuponía, el PSG sobrevivió a las embestidas iniciales del Lyon y comenzó a crecerse hasta dejar claro que no estaban dispuestas siquiera a ceder un empate. A siete minutos del final, una gran apertura de la española Verónica Boquete (probablemente la mejor de la historia de nuestro país) acabó en un disparo envenenado de Marie-Laure Delie que se coló por la mismísima escuadra.

 

 

Fue el gol de una victoria histórica, que rompe una racha de tres años sin perder, que refuerza al PSG y le reafirma como serio candidato a todo (líderes con 10 victorias en 10 jornadas), y que coloca a nuestras chicas, Vero Boquete e Irene Paredes, en el mejor escaparate posible. Hay vida más allá del Lyon en Francia y en Europa.

 

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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