Nacido en San Juan de Luz (9/12/1969), el jugador vasco francés siempre ha tenido una estrecha relación con el País Vasco y con el deporte. Tal y como ha confesado cara a cara a Revista Líbero o en su autobiografía ‘Bixente’, de pequeño estuvo influenciado por su familia, una familia de deportistas. Desde el surf, la pelota vasca, el tenis o el propio fútbol. Los escasos 14 kilómetros que separan su ciudad natal con la frontera España – Francia también facilitaron el apego por el futbol y la liga española, viendo sus primeros encuentros en el antiguo Estadio de Atocha, en San Sebastián.
Bixente Lizarazu fue un destacado
lateral zurdo en la década de 1990 y principios del nuevo siglo.
Es considerado uno de los primeros laterales modernos: en su cabeza no
sólo estaba cumplir con las tareas defensivas y pensar en colectivo, sino que
también funcionaba en ataque.
En Burdeos, antes de que
se formara la tormenta perfecta para llegar a la élite en tan solo un año,
sufriría algunos reveses por parte de entrenadores que no creyeron en sus
capacidades. En el máximo nivel del fútbol francés formaría un espléndido
carril zurdo con Zinedine Zidane de interior, con el que destaca
durante 4 años, entre 1992 y 1996. En esos años llegaron a disputar el partido
que, según reconoce Bixente Lizarazu, le ha sido más complicado de digerir:
la derrota ante el Bayern de Múnich en la UEFA de 1996.
Pese a que pretendientes no le faltaban -el Arsenal tenía un fuerte interés y el Bayern de Múnich ya le tanteó-, un par de guiños y un estrecho enlace cultural llevaron a Bixente Lizarazu a firmar por el Athletic de Bilbao cuando sus compañeros del Girondins de Burdeos firmaban por los más grandes de Europa (Zinedine Zidane lo hizo por la Juventus o Christophe Dugarry por el AC Milan). En 1995, hasta entonces ‘Vincent’ Lizarazu cambia su nombre al vasco Bixente. Sus celebraciones con la ikurriña o las veces que portaba el brazalete de capitán con la propia bandera tampoco pasaron inadvertidas para el club bilbaíno.
La estancia en San Mamés, en la 1996/97, no fue como el galo esperaba. En su presentación no entendió que el entonces presidente del Athletic le obligara a justificar su fichaje: “Yo estaba molesto por tanto teatro. No tenía ningún problema con mi vasquismo ni sentía la necesidad de justificarme”, recuerda el futbolista en su autobiografía Bixente. Pese a la simpatía que se ganó, con dos fundaciones de peñas incluidas, 18 partidos y una lesión que arrastraba desde la vuelta de la final UEFA que frustró su rendimiento al “60% o 70%”, Lizarazu acabó saliendo por la puerta de atrás y con el presidente haciéndole pasar por un “traidor de la patria”.
Su salida está marcada por el dinero.
Lo que para Bixente fue un fichaje apostando por su enlace cultural con un club
con una filosofía muy marcada, acabó siendo una decepción. Realmente, Lizarazuformó parte de algo con lo que no se identificaba al reconocer que a
veces se cuestionaba “si hacía deporte o servía a una causa política”.
Finalmente, fue acusado de pesetero, con lanzamiento de monedas
incluido, por romper esa ‘unión’ con el Athletic para irse a un Bayern de
Múnich que le ofrecía más dinero y estaba en otra dimensión competitiva.
Extorsiones de ETA en el deporte, cuestión de Estado y la amenaza constante Bixente Lizarazu
Desde 1968, en el País Vasco actuaba la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna, ETA. Durante el franquismo consiguieron alterar el orden público y sobre todo tocar gravemente la estabilidad de Franco cuando atentan contra su mano derecha, Luis Carrero Blanco. Si bien el fin del franquismo parecía avocar a la disolución armada de ETA, las ‘nuevas generaciones’ dieron comienzo a la etapa más sangrienta, ya en democracia, en los “años del plomo”.
Y como ETA estaba
relacionada con el deporte, el deporte se convirtió en cuestión
de Estado. Y como en el deporte hay dinero, ETA se dedicó a extorsionar
para financiarse. La mayoría de la financiación provenía de estas extorsiones
que, según el juez Garzón, se venían produciendo en el deporte desde 1993.
Ildefonso Olmedo, en una crónica de la época en El Mundo, revelaba todo
lo que sabía Garzón sobre cómo los extorsionadores recababan información
sobre los deportistas más famosos, ricos y, en este caso, influyentes para
extorsionarlos. A vascos y vascofranceses.
BixenteLizarazu
fue víctima de una extorsión por parte de la organización terrorista ETA
el lunes 11 de diciembre del 2000. En una carta con el
inconfundible hacha y la serpiente que llegó a casa de sus padres en Hendaya,
le reclamaron el denominado ‘impuesto revolucionario’. Era acusado de
traidor por declararse vasco y cantar la marsellesa con la mano en el pecho
en sus partidos con la selección gala. Le exigían pagar para la lucha de ETA. Y
estaba en juego su integridad.
Así transcribe Lizarazu en
su autobiografía parte de la carta, escrita en euskera, que recibió: «Sentimos
inquietud y cólera pues has defendido los colores de un Estado enemigo… Has
sido pagado con creces para llevar la camiseta de un Estado opresor con el
dinero robado a los vascos y al pueblo vasco. Habida cuenta de los emolumentos
recibidos del enemigo, ETA se dirige a ti. Una falta de respuesta entrañaría
una respuesta contra ti y contra tus bienes». Según reconoce ‘Liza’, esta
amenaza no le dejaría volver a ser él mismo.
Como reconoció el exministro socialista
Juan Alberto Belloch, la de Bixente Lizarazu fue la primera extorsión
a un deportista que se hizo pública porque se negó a pagar, pero ya antes
había habido otras extorsiones a más personalidades del deporte. Y,
obviamente, los deportistas pagaban para proteger su vida.
Lizarazu, a quien le sorprendió
todo celebrando su 31 cumpleaños en París, puso en manos de la policía
antiterrorista francesa la carta. En Alemania, a petición del Bayern
de Múnich y del propio futbolista, el ministro de interior
proporcionaría dos guardaespaldas que serían su protección día y
noche, en cualquier sitio.
Su carrera cambiaría radicalmente
para siempre tras este incidente. Pese a estar viviendo su etapa más exitosa
con un campeonato del mundo, una Eurocopa o una Champions League en su haber, Lizarazuconvivía con una amenaza constante. Con motivo de un España vs. Francia
en Mestalla en marzo de 2001, el diario ABC dedicaba media cara de
Deportes para contar la situación del lateral, amenazado por ETA. Dos
policías examinan de cerca sus pertenencias; en el día a día, lo corriente
para él es que dos guardaespaldas le acompañen a cualquier sitio, su
propio coche blindado y un chófer “profesional”, entradas y
salidas de aeropuertos reservadas para unos pocos… Lo único capaz de desinflar
su burbuja era sentirse como James Bond, el agente 007: “Me imagino
en el Aston Martin de James Bond. Este delirio, en el que me pongo en la piel
de 007, quita gravedad a ese ritual pesado y me permite soportarlo”.
Su vida tras el retiro: deporte, periodismo y su “segunda vida”
El mundial de Francia ’98, Caballero de la Legión de Honor, 15 metales en Alemania sumando Liga, Copa y Copa de la Liga, Champions League de 2001 siendo, además, elegido en el once tipo de la UEFA. Los nueve años en Múnich, con un breve regreso a Burdeos, le dieron absolutamente todo a Bixente Lizarazu. Así que, para su retiro con 36 años en 2006, no todo iba a ser fútbol.
En 2016 se sinceraba ante Revista
Líbero: cuando se retiró descartaba ser entrenador, no se sentía los
suficientemente comprometido como para dedicarse, de nuevo aunque desde otra
faceta, al fútbol. Lo que se le presentó, declara, es “una nueva
vida”. Y en esta nueva vida también había deporte y medios de
comunicación.
Siempre desde el prisma
deportivo, concretamente en clave futbolística, ‘Liza’ hace radio,
prensa escrita y televisión en RTL Foot, L’Équipe y TF1, medios de
comunicación de gran calibre en la agenda deportiva francesa. Los medios
permiten compaginar su pasión por el deporte, que es el otro pilar
de su “segunda vida”. En su cuenta de Instagram comparte sus múltiples
aventuras, e incluso está ejerciendo de entrenador personal ‘online’ para
mantener la forma durante la cuarentena.
Sobre política, Bixente
Lizarazu hace años que se desmarcó totalmente. Siendo más joven, en
su estancia en el fútbol español, se encontraba ‘en fuera de juego’ sintiéndose
politizado. En los últimos años ha sido más discreto sobre su vasquismo
y en su autobiografía no se planteaba pensar que “la existencia” fuera mejor si
su País Vasco fuera independiente.