Ha llegado un punto en el que Paire, quizás desde el primer momento incluso, se justifica en que no necesita la victoria para gustar y para ser. Diferente al resto, él discurre, piensa, actúa y siente desde un prisma completamente alejado de los estándares competitivos que rigen por norma general. Un jugador con sus propias reglas de satisfacción. Ser diferente le hace ser especial.