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Asenjo, el guardián de la Cerámica

Tenía 21 años cuando sufrió su primera lesión de rodilla grave. Una lesión de lo más inoportuna, tan solo diez meses después de haber aterrizado en el Atlético de Madrid. Era el portero más prometedor del país, titular de la sub-21 y un ídolo en Pucela.

Cuando se marchó a Málaga, la desgracia se volvió a cebar con él. Nueva rotura de ligamento y seis meses de baja. Regresó al Atlético, donde, una vez recuperado, siempre estuvo a la sombra de Courtois. Hasta que un recién ascendido decidió llamar a su puerta.

Leer más: Asenjo, un triunfador de la vida

Ambos se necesitaban. Asenjo quería reconducir su carrera, el Villarreal recuperar el orgullo tras un año en Segunda División. Era un ejercicio de superación que unió a ambos, jugador y club. Y la conjunción salió perfecta. El meta se convirtió en uno de los mejores porteros de La Liga y en internacional con la selección. El Submarino volvió a Europa y recuperó su estatus.

 

 

Ni siquiera una tercera lesión de ligamento cruzado desanimó al meta de Palencia. El Villarreal gestionó de la mejor forma posible la situación: concretó la cesión de Alphonse Areola -brillante temporada- y en cuanto se recuperó Asenjo, Marcelino le dio la alternativa.

La confianza era y es máxima y por ello ha respondido. Estamos ante la mejor temporada de su carrera, no solo por los números (14 goles en 21 partidos, los mejores registros defensivos de la historia de Villarreal) sino por vestirse de héroe en momentos cruciales, recordando al mismísimo Iker Casillas en sus mejores años en el Real Madrid (y en los últimos tiempos en el Porto). Su antológica parada a Iborra y el penalti parado a Nasri en el Pizjuán fue la guinda.

 

Por su puesto, no todo el peso defensivo cae en sus guantes. «Tengo a diez bestias delante de mí trabajando como perros. Las cifras ahí están, son el reflejo del trabajo de todos los días», dice Asenjo, consciente de su gran partido en Sevilla. En apenas tres temporadas y media se ha convertido en ídolo de la afición grogueta y en uno de los mejores porteros de la historia del club, a la altura de Pepe Reina o Diego López.

En diciembre renovó hasta 2022, dejando claro su lealtad al equipo que le dio una oportunidad y en el que se ha hecho grande. Porque es el líder de un muro que parece inquebrantable incluso para los más poderosos. Es el guardián de la Cerámica.

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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