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¿Adiós al tigre?

La primera vez que cogió un palo de golf tenía diez meses. Su padre, Earl, era un enfermo de este deporte. Tiger no tuvo opción, tenía que convertirse en leyenda.

A la temprana edad de dos años apareció, por primera vez, en el set de televisión The Mike Douglas Show, con una gorra y su bolsa de palos. Apenas dijo nada, pero mostró que no era un niño corriente, tenía un talento precoz fuera de lo habitual.

En 1994, con 19 años, logró batir su primer récord: se convirtió en el jugador más joven de la historia en ganar el U.S. Amateur Championship y no solo eso, era el primer chico de raza negra que lograba tal hazaña. El golf siempre ha sido un deporte que ha puesto barreras raciales, Clifford Roberts, cofundador del Augusta Nacional, comentó una vez “mientras yo viva, todos los golfistas serán blancos y todos los caddies serán negros”. Pero Tiger había nacido para cambiar la historia y así lo hizo.

Logró ganar el Campeonato Amateur, tres años consecutivos. Una semana después de lograr el triplete, Phil Knight, director ejecutivo de Nike, le ofreció un contrato millonario que, Woods, aceptó. Por primera vez, una compañía de la magnitud de Nike, utilizó la discordia racial para vender sus productos. Tiger empezó a convertirse en un fenómeno, no solo deportivo, sino también cultural. El joven californiano había entrado en un mundo que era considerado de blancos y lo dominó.

Dejó los estudios para empezar su carrera como profesional en 1996 y un año después vistió la prestigiosa americana verde. Tan solo tenía 21 años y ya era el más joven en ganar un major con la mayor diferencia de golpes y el marcador más bajo. En 2000 logró hacerse con tres de los cuatro majors que pueden lograrse en un mismo año.

Tiger Woods estaba haciendo historia. Había pasado los límites deportivos, también los culturales y en 2005 sobrepasó los económicos. Cuando ganó su primer Master de Augusta se embolsó aproximadamente unos 490.000$, y cuando ganó el mismo torneo en 2005 obtuvo 10.260.000$. Sus contratos tan elevados revalorizaron a este deporte. Woods acabó el año siendo el deportista mejor pagado según la prestigiosa revista Forbes.

Tiger parecía estar destinado a ser el Michael Jordan del golf, pero en 2009 tocó fondo. No es de extrañar cuando tu destino te lo han impuesto de pequeño sin tener el poder de elegirlo. A pesar de tener una gran fortaleza mental, dentro del campo, no pudo tenerla fuera de este. Woods se vio envuelto en problemas de adicción al sexo, a la bebida y a las pastillas. Sus excesos y sus lesiones interminables le pasaron factura y a finales de ese mismo año anunció que se retiraba indefinidamente.

Su espíritu competitivo y su afán por conseguir ser el golfista con más majors de la historia -actualmente Jack Nicklaus es quien conserva el título con 18- hicieron que regresara a lo más alto, diez años después, logrando su quinto Masters de Augusta y su décimo quinto gran campeonato.

El pasado martes 23 de febrero Tiger Woods sufrió un accidente de coche en Los Ángeles. Las causas del accidente parecen ser un exceso de velocidad. Afortunadamente no fue grave y se encuentra estable, pero el accidente le ha dejado varias fracturas abiertas en su pierna derecha. “Después de una intensa rehabilitación, y siendo realistas, podría tardar un año en jugar al máximo nivel” afirmaba el doctor Khabie, experto en este tipo de cirugías. Pero hay que tener en cuenta que Tiger Woods tiene 45 años de edad, cinco operaciones de espalda a lo largo de su vida y otras tantas en su rodilla.

El sueño de aquel niño por convertirse en leyenda de un deporte dominado por blancos puede haber llegado a su fin. Si Tiger Woods finalmente se retira, se habrá quedado a tres majors de lograr ser el mejor de la historia.

No tiene pinta de que vuelva a competir en su máximo nivel. Pero nunca se sabe. En 2019 volvió a hacerlo.

Imagen de cabecera: Jamie Squire/Getty Images

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