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Entrarán mañana

Es seguro que el Villarreal jugó ante el Sparta de Praga el mejor partido a nivel de producción ofensiva esta temporada y me atrevería a decir desde que volvió del infierno hace ya tres años. Los de Marcelino llegaron a portería con la facilidad del que atraviesa una puerta abierta, chutaron desde todas las posiciones posibles, crearon ocasiones en cualquiera de sus formas y dispararon nada menos que 27 veces contra la portería de Bičík.

En un partido así, no esperas otra cosa que golear. «Hicimos todo extraordinariamente, menos el acierto de cara a portería», dijo Marcelino en la rueda de prensa posterior. El técnico asturiano se estiró de los pelos, cantó goles que no fueron, se desesperó en cada fallo y en cada parada del guardameta checo. Y se lamentó de tanto desperdicio.

No es para menos. El Villarreal solo pudo ganar 2-1, con un doblete de un Bakambu en estado de gracia. Ya suma 19 goles, uno menos que los que firmó Vietto la temporada pasada. Siete de ellos en Europa League, torneo del que ya es, junto a Pierre-Emerick Aubameyang, el segundo máximo anotador. Pero pudo salir de El Madrigal con más tantos que el propio Aduriz. De haber marcado un mano a mano y un rechace que estampó contra el muñeco, probablemente el partido en Praga se habría convertido en un puro trámite.

Pero el Villarreal fue incapaz de marcar un solo gol más. Mario estrelló un cabezazo en el larguero, Soldado falló remates sin oposición en el área, Denis Suárez se escurría como si nada entre la defensa checa para luego ser incapaz de definir… «Nos podíamos haber llevado más renta allí, pero hemos tenido ocasiones que no podemos perdonar», declaró el capitán Bruno Soriano al final del encuentro.

Pero hay motivos para creer que el Villarreal disputará las cuartas semifinales europeas de su historia. Siempre que ha ganado el primer partido de una eliminatoria, la ha pasado. Su juego y su acomodada posición en Liga invita al optimismo. Su ilusión por esta competición queda fuera de toda duda. Y ha demostrado con creces que es mejor que su rival. Las que no entraron hoy, entrarán mañana.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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